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marzo 21, 2024
Joyería Mesopotámica: Tesoros de Eternidad
Joyería Mesopotámica:
Tesoros de Eternidad
La civilización mesopotámica, ubicada en la región conocida como la “Tierra entre los ríos”, entre los caudalosos Tigris y Éufrates, es una de las civilizaciones más antiguas y fascinantes de la historia de la humanidad. Surgiendo alrededor del cuarto milenio a.C. en lo que hoy es Irak y partes de Siria, Turquía e Irán; la civilización mesopotámica dejó un legado duradero que sigue cautivando a historiadores, arqueólogos y amantes de la historia hasta el día de hoy.
La joyería en la civilización mesopotámica no era de simple ornamento; también era una manifestación de estatus, poder y creencias religiosas. Los mesopotámicos empleaban una variedad de materiales para crear sus joyas, incluyendo piedras preciosas y semipreciosas como lapislázuli, cornalina y turquesa, además; hacían uso de materiales orgánicos como la concha y el marfil.
Diadema reina Puabi, ajuar funerario. Foto: isaw.nyu.edu
Intrincadamente diseñadas y elaboradas estas joyas eran realizadas por hábiles orfebres de la época, trabajaban con una variedad de técnicas como el repujado, el grabado, la filigrana y el engastado. Sus diseños eran impresionantes piezas que solían incluir motivos geométricos, animales, plantas y representaciones de dioses. El dios solar Shamash y la diosa de la fertilidad Ishtar eran temas comunes en la joyería mesopotámica. Llevar estas representaciones cerca del cuerpo confería protección divina, un favor celestial.
Algunos tipos de joyas como los aretes y anillos, no solo tenían un propósito simbólico y decorativo, sino también tenían funciones prácticas que las hacían parte integral de la vida cotidiana . Desde aretes que servían como peso en el extremo de las trenzas para mantenerlas en su lugar, hasta anillos que podían tener un diseño concreto que permitía utilizarlos como sello para firmar documentos o marcar la propiedad de bienes. Esta dualidad de función en las joyas mesopotámicas resalta el ingenio y la versatilidad de su diseño.
Anillo sello de oro y rubíes. Foto: galeriegolconda.com
En 1922, el arqueólogo británico Leonard Woolley descubrió un conjunto extraordinario de tesoros en la ciudad sumeria de Ur. Este tesoro incluía una variedad de joyas elaboradas que datan de alrededor de 2600 a.C. Los objetos incluían diademas, collares, brazaletes y aretes hechos de oro, plata y lapislázuli. Estas joyas adornaban a los difuntos en tumbas reales de la sociedad sumeria.
Un gran ejemplar son las joyas de la reina Puabi, uno de los hallazgos más extraordinarios de la arqueología en la antigua Mesopotamia. La tumba de Puabi era una cámara funeraria ricamente decorada con una impresionante colección de oro. Estas joyas, fueron enterradas con la reina como parte de su ajuar funerario, son algunas de las piezas más elaboradas de la joyería creada en esa época.
Otra de las piezas de joyería más emblemáticas y significativas creadas en la civilización mesopotámica son los “círculos de lapislázuli”. Estas joyas eran pequeños discos hechos de lapislázuli, una piedra semipreciosa de rara belleza y color azul profundo, brazaletes considerados extremadamente valiosos en la antigua Mesopotamia.
A pesar del paso de milenios, el legado de la joyería mesopotámica sigue siendo una fuente de inspiración para diseñadores y joyeros contemporáneos. La elegancia de sus diseños, la habilidad técnica de sus artesanos y el profundo significado cultural de cada pieza continúan fascinando el mundo moderno.